«Be the captain they remember» es el consejo que recibe nuestro siempre apreciado Jean-Luc Picard en el primer capítulo de la serie que lleva su nombre, y podemos decir que ha hecho caso. Y sobretodo que los creadores de la serie han hecho caso.
Por primera vez desde hace más de una década (y somos generosos con Enterprise) se nos ofrece algo nuevo de Star Trek que tiene la semilla del sentido de la maravilla. Quizás no de forma arrebatadora en este primer episodio, pero da realmente ganas de ver cómo sigue la historia, da ganas de conocer cómo está la galaxia en ese fin del siglo XXIV, y no nos ha causado momentos pero que co… como lo hicieron las películas del Abramsverso o ST: Discovery.

Posiblemente estemos ante el mejor primer episodio de una serie de Star Trek. A ver, hay trampa. Patrick Stewart tiene una gravitas que arrastra por sí sola, por ser un peso pesado actoral y por lo que significan tanto él como su personaje para el grueso de la audiencia. Por otra parte, conocemos una parte significativa del contexto y los personajes, con lo que la tarea de presentarlos es más fácil que en las otras series. Y, por último, el hecho de que haya pocos personajes centrales también facilita la narración.
Dicho esto, hay algunos aspectos que nos han parecido especialmente destacables:
- Estética: La serie no se avergüenza de la estética de ST: The Next Generation (TNG). No hay ningún intento de ponerla al día, «modernizarla» o «hacerla cool». Las naves, uniformes y demás parafernalia de TNG se muestran tal como eran, y prácticamente sólo se diferencian en que los medios actuales permiten mostrarlas con mucho mayor detalle: un ejemplo de esto sería la Enterprise-D, a la que podemos ver con un aspecto idéntico al que tenía en TNG, sólo que en vez de una maqueta se utiliza un modelo generado por ordenador que permite mucho mayor detalle.
- Ritmo: La serie tiene un ritmo muy pausado, y esto lo decimos como una virtud. No hay una escena de acción o un giro sorprendente de la trama cada diez minutos por miedo a que el espectador se aburra o pierda el interés. Se da por sentado que lo que se expone en la serie ya es lo suficientemente interesante de por sí como para que el espectador tenga ganas de ver adónde lleva, sin necesidad de aderezarlo para mantener a raya el aburrimiento.
- Dirección de fotografía y edición: En relación con los dos apartados anteriores, el estilo de rodaje de la serie es también muy «clásico». No hay movimientos de cámara estrafalarios, ángulos rebuscados ni edición a ritmo de videoclip. Todo se distingue de manera diáfana, cosa que se agradece sobremanera en las escenas que transcurren en el espacio.
- Accesibilidad para neófitos: Se preocupan en darnos información de contexto sobre lo que ocurre, aunque a veces esta información no se da en el primer momento. Por ejemplo, en la escena inicial del episodio aparece Data, personaje al que, si no lo conocemos, sólo podremos deducir que «es un señor de tez pálida, rostro hierático y ojos amarillos que dan bastante grima». Pero a lo largo del episodio se nos va contando cuál es la naturaleza de Data y qué relación tiene con Picard, sin dar por sentado que el espectador ya posee esos conocimientos.
- Retcon: Los guionistas realizan un magnífico y sutil ejercicio de reescritura por omisión al hablar de “la supernova romulana”, dando a entender que fue la estrella del sistema romulano la que devino en supernova, causando la catástrofe. De esta forma pasan de puntillas por encima del absurdo planteado en la primera película del Abramsverso, Star Trek (2009), donde la supernova que engulle Rómulo amenazaba toda la galaxia (un disparate superlativo), y que el cómic de acompañamiento Countdown intentaba justificar aduciendo que era una “supernova subespacial” originada en otro sistema estelar llamado Hobus (de mal en peor). No lo niegan ni establecen una historia diferente, simplemente… pasan de ello.
- Sintéticos: Hay, sin embargo, dos aspectos en que el episodio habría podido mejorar su worldbuilding. Uno consiste en aclarar qué se entiende exactamente por «sintéticos», y sobre todo, qué utilidad le da la Federación a dichos sintéticos. Podemos deducir que con ese término se refieren a androides y tipos parecidos de seres construidos artificialmente, ¿pero qué interés tiene la Federación para, en el pasado, haber investigado en la creación de estos seres? ¿Lo hicieron por puro interés científico? ¿Para utilizarlos como mano de obra? ¿Y qué trato les da la Federación a estos seres? ¿Como individuos con los mismos derechos que cualquier otro ciudadano, o como meras herramientas? Lo curioso del caso es que este es un punto en el que estar familiarizado con TNG no nos aporta ninguna aclaración, porque el tema de la posible creación de seres artificiales por parte de la Federación se trató más que de sobra y pareció quedar bien zanjado en el episodio The Measure of a Man de la segunda temporada de TNG. Y la incógnita de por qué razón la Federación desearía crear sintéticos y qué uso querría darles no parecen presentarlo como un misterio por desvelar, sino como algo que para los personajes de la serie sería de conocimiento público, y por lo tanto también debería serlo para el espectador. ¿Tendrá la Federación replicantes, como se preguntaba el Capitán Mulrooney?
- Transporte público: El segundo aspecto es del «servicio público de transportadores». Ocurre que, por motivos de la trama, los dos personajes protagonistas se dedican a realizar desplazamientos de importancia por el mundo. A lo largo del episodio viajan de Francia a Estados Unidos y viceversa, con una parada momentánea en Japón, realizando el trayecto en lapsos de tiempo asombrosamente breves (horas en el peor de los casos, aunque más bien parecen minutos). Quienes estén familiarizados con el universo de Star Trek conocen la existencia de los transportadores, que permiten que una persona viaje instantáneamente de un lugar a otro dentro de unos márgenes, y es perfectamente lógico suponer que en la Tierra exista una especie de sistema de servicio público de transportadores que permita viajar en un momento de un confín del globo a otro. De hecho, en el avance que se ha mostrado del próximo episodio de esta serie parece vislumbrarse dicha red viaria de transportadores. Pero en este primer episodio no aparecen por ninguna parte, y esto hace que los personajes parezcan poseer la capacidad de viajar por el mundo con una velocidad inexplicable. Mostrar a uno de los protagonistas entrando en una «cabina transportadora» de una ciudad y apareciendo en otra cabina situada en su lugar de destino no habría requerido más de cinco segundos, y no sólo habría dado una explicación a cómo se lo hacen los personajes para viajar con tal celeridad, sino que habría servido como una forma excelente de explicar sin necesidad de palabras lo que es un transportador a alguien que no conociera la existencia de esta tecnología.