A todas las personas que comparten interés en la exploración espacial y la astronáutica les ha pasado alguna vez por la cabeza un pensamiento concreto: «Qué lástima que la carrera espacial terminase plantando unas banderas en la Luna, qué lástima que los viajes tripulados no fueran más allá». Si las gestas espaciales de los 60 y 70 han quedado como el recuerdo histórico de lo mejor de lo que es capaz la humanidad, en la mayor y la más peligrosa de las aventuras en las que se ha embarcado, también representan el límite que alcanzó ese sueño inspirador.
For All Mankind, una de las bazas del lanzamiento de AppleTV+, nos lleva a imaginar cómo habría podido continuar el sueño, con una premisa muy simple: en junio de 1969 la URSS se adelanta a Estados Unidos y el cosmonauta Alexei Leonov es el primer hombre en pisar la Luna. Y debido a este hecho la carrera espacial de los 60 no tiene el final que conocemos, sino que continúa, con unos Estados Unidos heridos en su orgullo nacional y dispuestos a disputarle el liderazgo espacial a los soviéticos hasta donde haga falta, con la mirada puesta en bases lunares permanentes, misiones tripuladas a Marte, y más allá.

For All Mankind es una serie de historia alternativa que nos llega de la mano de Ron D. Moore, al que ya conocemos de Star Trek, Outlander y Battlestar Galactica, que juega a explorar cómo podría haberse desarrollado la historia tanto en lo referente al programa espacial de Estados Unidos como fuera de él. Por ejemplo, el fracaso en la carrera lunar contribuye a que Richard Nixon no consiga un segundo mandato presidencial, dejando paso a Ted Kennedy (político que en la realidad fracasó en sus intentos de nominación para los Demócratas), o la incorporación temprana de mujeres astronautas, en respuesta el hecho que la URSS lleve una mujer cosmonauta a la Luna, tiene su reflejo en un refuerzo de las reivindicaciones de igualdad entre hombres y mujeres de la época.
Para desarrollar esta historia alternativa se mezclan personajes reales con ficticios, poniendo la carga de la trama especialmente sobre los segundos para dotarse de mayor libertad narrativa. Figuras históricas como Neil Armstrong, Buzz Aldrin, Werner Von Braun, Gene Krantz o Deke Slayton conviven con los astronautas protagonistas y ficticios Ed Baldwin y Gordon Stevens, veteranos de la misión Apollo 10 (que en realidad fue encabezada por Tom Stafford y Eugene Cernan, pero estamos viendo historia alternativa, ¿recuerdan?), a los que acompañan como protagonistas un repertorio de hombres y mujeres vinculados directa o indirectamente al programa espacial de la NASA, y que acaban formando un elenco bastante coral pese a parecer inicialmente que la serie se centraría en los astronautas antes mencionados.

La serie llamará más la atención sin duda a los acérrimos de todo lo referente a la carrera espacial y la astronáutica (quien firma estas líneas, por ejemplo), que cazarán los detalles más sutiles, pero también aspira a funcionar como historia dramática para un público más general. Encontrar este equilibrio es complicado, y quizás por esto a veces la trama se ve algo lastrada por subtramas dramáticas, a menudo vinculadas a las familias de los astronautas y al personal de la NASA, que se hacen un poco redundantes para los que queremos ver más cohetes Saturno, más módulos lunares y más bases en la Luna. Paradójicamente, a los más versados en la materia se les pondrá a prueba la suspensión de la incredulidad al ver las inevitables licencias narrativas que se toman (por ejemplo, el desmesurado papel que otorgan a Werner Von Braun en la gestión del programa Apollo), y a medida que el avance de la serie la aparta de la realidad en lo referente al desarrollo e implementación de nuevos avances tecnológicos (base lunar, módulo lunar reutilizable), mientras que el público general podrá disfrutar más plácidamente de la serie.
Por otra parte, a For All Mankind le cuesta un poco arrancar. Sus primeros capítulos adolecen de un ritmo algo lento, y no ayuda que los protagonistas iniciales, en particular el astronauta Ed Baldwin (interpretado por un Joel Kinnaman que nos puede sonar de la 1ª temporada de Altered Carbon), son bastante acartonados. Pero a medida que la serie avanza y el elenco de protagonistas se amplía (en particular a resultas de la incorporación de mujeres astronautas, uno de los elementos mejor valorados de la serie) va ganando en músculo narrativo y textura, llegando a la tensión de unos últimos capítulos de la temporada que se podrían definir como «Apollo 13 a lo grande».

Es cierto que echamos de menos algunas cosas. Al menos en esta primera temporada la serie se centra solo en el programa estadounidense, mostrándonos los avances soviéticos únicamente como una amenaza constante. Por un lado nos quedamos con las ganas de ver el lado comunista, y al planificador jefe Sergei Korolev (que en esta ficción sobrevive a la operación quirúrgica en la que murió en 1966, y de ahí el éxito del programa lunar soviético) trabajando en los siguientes pasos para llevar la bandera de la hoz y el martillo más allá de la Luna, aunque por otro es cierto que seguir los dos lados del conflicto puede que sobrecargara una serie ya muy ambiciosa de por sí.
Y por último, los creadores de For All Mankind apuntan a las estrellas, como decía Von Braun1, ya que aseguran tener previsto el desarrollo de siete temporadas. Así que quién sabe lo que nos depara esta carrera espacial que nunca ocurrió. ¿Misiones a Marte? ¿Una zambullida en el sistema solar hacia Venus? ¿Y cómo cambiará el mundo debido a ello? Teniendo en cuenta que la primera temporada cubre el período 1969-1974, y que la escena postcréditos del último capítulo se sitúa en 1983, podría ser que las 6 hipotéticas temporadas restantes llevasen la historia hasta nuestros días y más allá.
A pesar de unos inicios un poco irregulares, For All Mankind es un producto sólido que merece una oportunidad, con una premisa que ya alberga un considerable sentido de la maravilla por si sola, una buena factura y un buen diseño de producción, y del que tenemos ganas de ver la segunda temporada, que ya ha sido confirmada, para seguir soñando con la carrera espacial que debería haber sido. Como dice el dicho, el cielo es el límite.
1. Aunque él a veces acertaba Londres.