Wakanda forever, pero con matices

La reciente y prematura pérdida del actor Chadwick Boseman nos ha hecho rememorar las películas del universo cinematográfico de Marvel con las que alcanzó el estrellato internacional en su papel de T’Challa, así como el contexto del que provenía su personaje: el ficticio reino africano de Wakanda. Y no podemos quitarnos la impresión de que algunas de las elecciones tomadas por los guionistas fueron curiosas como mínimo.

Black Panther tuvo un impacto y significación cultural más allá de su innegable éxito comercial y de crítica. En su contexto de producción, Estados Unidos, la película fue un referente muy celebrado por la comunidad afroamericana por poseer un elenco que, en su práctica totalidad, tenía raíces africanas y encarnaba roles positivos, y lo realmente excepcional era que esto se diera en una película que no era  «de nicho», sino un blockbuster de primera división. Pero aún así, nos ha parecido que de la película se desprenden algunos mensajes sutiles que tienen implicaciones desafortunadas sobre los habitantes del continente africano.

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Luce mucho ser monarca absoluto.

Hagamos una reflexión previa: a veces puede resultar un poco extraño leer estas discusiones sobre mensajes discriminatorios o tóxicos «ocultos», en obras de ficción, sobre todo en las de fantasía. ¿Qué tienen que ver estas obras con la realidad si son claramente de ficción? Es fundamental no olvidar que la ficción es un potente transmisor de mensajes, y que los mensajes más poderosos, los que moldean a las personas, son aquellos más sutiles, lo que van calando porque uno los asimila e interioriza sin darse cuenta, precisamente porque no se expresan directamente, sino que son parte del envoltorio narrativo. Así mismo, esto no tiene nada que ver con la intencionalidad de los autores, que pueden llegar a incluir mensajes o implicaciones desafortunadas de forma totalmente accidental. Éste es un tema que da para mucho, y un día lo trataremos con más detalle. De momento, basta decir que analizar los mensajes implícitos que pueda transmitir una obra, si se hace sin ningún ánimo inquisitorial, es una práctica sana y recomendable.

En el universo Marvel se nos presenta Wakanda, un país ficticio ubicado en África poseedor de una gran riqueza por ser la única reserva mundial de vibranium, un mineral también ficticio cuyas aplicaciones han permitido a los wakandianos convertir su país en el más avanzado tecnológicamente de la Tierra, y por virtud de esta supremacía mantener estas ventajas y avances ocultos al resto del planeta. Por un lado, quizás ésta sea una forma un poco tramposa de presentar un estado africano, eludiendo el tener que abordar las problemáticas que sufren muchos países de ese continente, pero por otro, algunos críticos lo interpretan como una imaginación idealizada de un estado africano que ha podido superar o escapar de las consecuencias del colonialismo, lo que también es una aproximación positiva de un tema espinoso.

Dicho esto, quedamos sorprendidos por las implicaciones de la estructura política de Wakanda tal como se nos muestra en la película, En primer lugar, el hecho de que podría ser perfectamente una monarquía absoluta, al menos, como acabamos de decir, a juzgar por lo que se nos muestra de ella en la película. El monarca ejerce todo el poder y es obedecido sin rechistar, como cuando Killmonger se apodera de ese cargo y ordena la destrucción de la flor de la Pantera Negra, la ejecución de T’Challa y que se arme y equipe a grupos de insurgentes por todo el mundo. Prácticamente todos sus subordinados se limitan a cumplir las órdenes que les imparte sin cuestionarlas en modo alguno porque Killmonger es el rey por lo tanto se le debe obediencia absoluta. Queda claro que no hay contrapesos formales al poder del rey, por lo que se trata de un monarca absoluto, y esta sumisión acrítica a un tirano por parte de los wakandianos posiblemente sea lo más desafortunado de la forma en que se les presenta.

Se avecina una «moción de censura»…

Actualmente existen monarquías en África, exactamente tres a nivel estatal (y algunas subestatales), de las que una es monarquía absoluta (Suazilandia). En contraste, aún teniendo en cuenta que existen múltiples dictaduras y situaciones equivalentes, el número de democracias en África supera ampliamente la cifra de monarquías. En este sentido, nos llamó la atención la presentación de Wakanda como un ideal de progreso… pero donde parece que la democracia está fuera de su alcance, o no forma parte del progreso. El único órgano de gobierno que llegamos a ver además del rey es un consejo tribal que se parece más a una corte que otra cosa. ¿Se podría haber mostrado de otra forma sin dedicar parte de Black Panther a un soporífero tratado de constitucionalismo? Hubiera bastado con hacer aparecer en algún momento un primer ministro y mencionar aunque fuera una sola vez un parlamento (algo que habría ocupado un par de líneas de guión en total) para dejar claro que Wakanda es una monarquía parlamentaria (a ser derrocada por Killmonger en su maldad). Esto tendría la ventaja añadida de que si el monarca no tiene que gobernar, dispondrá de más tiempo libre para ponerse el traje de Pantera Negra y salir a hacer el bien a garrazos.

Pero más allá de estos aspectos relacionados con la forma de estado y de gobierno, hay un elemento que nos ha parecido bastante desafortunado en cuanto a que supone una estereotipación implícita de los africanos. Se trata de la existencia de un procedimiento sucesorio a la jefatura del estado mediante combate singular, el cual Killmonger aprovecha para destronar a T’Challa. Es innegable que esto da mucho juego en términos cinematográficos, pero entronca un poco demasiado con los estereotipos clásicos y racistas que vinculan el ser africano con ser un bárbaro (porque sin duda alguna se trata de un procedimiento barbárico para elegir a un gobernante).

Veámoslo de otra forma. ¿Qué nos parecería si nos mostraran un imaginario país europeo que fuera modernísimo, pero a la vez una monarquía absoluta que ha establecido un procedimiento sucesorio mediante combate ritual? Aún asumiendo las convenciones narrativas de la ficción, se nos haría muy extraño, probablemente rompiendo la suspensión de la incredulidad. Pero con Wakanda parece que cuela, quizás porque conecta implícitamente con esos estereotipos de «pueblos poco civilizados» que la era colonial colgó a los habitantes de África, y que aún afloran aunque sea inconscientemente, como seguramente sea el caso de los guionistas de Black Panther.

Como recordábamos al inicio de este texto, Black Panther fue muy celebrada por su simbolismo e importancia en su representación de las personas de origen africano en el cine de Hollywood, lo que se sumó a un enorme éxito comercial, y esto sólo cabe celebrarlo. Pero precisamente por eso, y porque en muchos aspectos sus creadores pusieron mucho cuidado en evitar estereotipaciones dañinas de los pueblos africanos, nos han sorprendido los detalles que hemos mencionado. No estamos ante ningún descalabro, tan solo un par de detalles curiosos con alguna implicación… mejorable. Aunque no negaremos que las monarquías absolutas y las sucesiones por combate dan para un cine mucho más entretenido que las elecciones y los juegos de poder burocráticos de una democracia.

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