El Libro de Boba Fett y el juego de los impostores

Regresamos con el nuevo año para hablar del estreno más reciente de la franquicia Star Wars, la serie El Libro de Boba Fett. Con tres episodios emitidos (¿Colgados? ¿Estrenados? ¿Cuál es la forma apropiada de referirse a ello en esta era de plataformas de contenidos?) ya podemos consignar unas primeras impresiones generales.

El Libro de Boba Fett es de la forma más evidente un spin-off de El Mandaloriano, tanto en lo que refiere al tono, el estilo visual y el diseño de producción, además del hecho de que podemos considerar que varios capítulos de la serie primigenia funcionaban como backdoor pilot de las nuevas aventuras del cazarecompensas más conocido de la galaxia. Pero sobre todo esto nos avanza la relación accidental entre las dos series, ya que ha acabado generando dos impostores.

¿Quien es impostor de quien?

¿Qué hacía interesante el personaje de Boba Fett? ¿Qué sabíamos de él antes de su reintroducción en la nueva etapa de series de Star Wars? Pues sabíamos que era un cazarrecompensas, que era un tipo duro, que era efectivo e implacable, y que era un personaje amoral en el mejor de los casos o un villano en el peor, y poco más (1). Pues casualmente, salvo en la última frase, esa descripción encaja perfectamente con Din Djarin, el epónimo Mandaloriano.

Así, cuando Jon Favreau y Dave Filoni pusieron en marcha El Mandaloriano crearon un protagonista que era básicamente un calco de Boba Fett, pero sin serlo. ¿Por qué? Por un lado está la libertad de crear un personaje sin los condicionantes sobre el origen de Boba Fett que fijó El Ataque de los Clones y la serie The Clone Wars, sin duda. Pero también aventuramos que por una razón de fondo muy básica, y es que Boba Fett era un villano, y narrativamente es complicado redimir un villano sin perjudicar lo que le podía hacer interesante o incurrir en implicaciones morales desafortunadas. Por eso, en la práctica, el protagonista de El Mandaloriano se parece mucho a Boba Fett y ocupa su lugar, pero no es él. Es esencialmente un impostor de Boba Fett.

Y así llegamos al momento en que Disney tiene a bien encargar una serie sobre Boba Fett, y los problemas que anticipamos acabaron surgiendo de nuevo. Uno de los requisitos fundamentales para que cualquier narrativa funcione es que el público se interese por el protagonista. A la audiencia o a los lectores les debe importar lo que le ocurra, así como les debe resultar interesante que alcance sus objetivos. Esto puede conseguirse de distintas formas, y las más clásicas consisten en construir empatía con el personaje debido a cómo es, o debido a lo que hace (este segundo caso resultaba evidente en El Mandaloriano; la audiencia conectaba especialmente con Mando a partir del momento en que se arriesga para salvar y proteger al Niño). Y con Boba Fett esto ha resultado ser mucho más difícil de lo que parecía.

Por un lado, Boba Fett ha sido suplantado. ¿Una historia de una cazarrecompensas mandaloriano? Ya la tenemos, y la protagoniza Pedro Pascal. Por el otro, para ser protagonista hay que darle unas características positivas que el personaje no tiene; no basta con que sea duro, implacable y competente, especialmente si hasta ahora se le consideraba un villano. Ante esto, los creadores de El Libro de Boba Fett optan por crear un segundo impostor.

El Boba Fett que vemos como protagonista es un impostor, porque ocupa el lugar de Boba Fett, pero poco tiene que ver con el Boba Fett que conocíamos, ya que al menos de momento es un personaje construido de nuevo a efectos prácticos. Los guionistas se ven ante la necesidad de generar empatía hacia él, y por eso por un lado nos presentan un trasfondo a base de flashbacks que justifica la transformación moral del personaje para pasar de villano a héroe (un trasfondo con un problema importante de narrativa de gran salvador blanco, pero de eso hablaremos otro día), y por otro le vemos con algunas actitudes más propias de un líder que quiere el bien de la comunidad que no de un aspirante a jefe mafioso.

Aún no sabe por qué quiere ser el capo de Tatooine.

Da la sensación que alguien tuvo una idea de concepto aparentemente genial («Boba Fett reemplaza a Jabba en Tatooine») sin darse cuenta de lo difícil que era hacerla funcionar. El problema fundamental es que lo que podía hacer interesante al personaje no es suficiente para generar empatía por él, y darle características o actitudes positivas para reforzar dicha empatía es contrario a la naturaleza del personaje, con lo que la cosa chirría. El impostor no acaba de ser ni una cosa ni la otra.

El saber construir el interés del espectador parece ser el gran reto de esta serie, a varios niveles, desde el más general (¿Nos interesa lo que le ocurra a Boba Fett? ¿Realmente deseamos que se pueda convertir en el jefe mafioso de Tatooine? ¿Por qué?) hasta el más de detalle (la persecución del tercer capítulo está entre las peores de la historia, y uno de los motivos es que nos importan un bledo tanto el perseguido como los perseguidores, esa banda de mods que parecía holgazanear en Mos Espa). Quizás esto es lo que ocurre cuando se piensa antes en el fanservice que en si hay una buena historia que contar.

Por otro lado, tampoco ayuda que la narrativa principal adolezca de algunos problemas de suspensión de incredulidad, como el proceso por el cual uno parece convertirse en jefe mafioso; sospechamos que haría falta algo más que limitarse a matar al anterior y ocupar su mansión. En cualquier caso, aquí de momento se desaprovecha lo que podría haber sido una historia interesantísima que contar: la situación de Tatooine después de la muerte de Jabba, o qué ocurre cuando el poder establecido en un planeta se desmorona. Podrían incluso haberlo enfocado como una suerte de deconstrucción, y ofrecernos una perspectiva crítica a qué es lo que le ocurre a la gente corriente (en este caso, los habitantes de Tatooine) después de que los héroes de turno pasen por el lugar donde viven, la lien parda y a continuación se marchen sin preocuparse de las consecuencias de sus actos. Pero no contamos con llegar a ver semejante sofisticación en esta serie; de momento esto parece centrarse en el fanservice, no en contar historias.

A modo de conclusión, si bien todavía es pronto para formarse una opinión definitiva, lo cierto es que El Libro de Boba Fett ha empezado con lastres significativos que serán todo un reto de superar, especialmente teniendo en cuenta que la temporada solo tendrá 7 capítulos, y ya llevamos 3. Esperemos que este libro de Boba Fett encuentre su estilo para contarnos una historia interesante, por mucho que sea un impostor.


(1)

Podemos ignorar cualquier aportación del antiguo Universo Expandido, hoy Leyendas, por ser algo que solo atañe a los aficionados más fetichistas.

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